Por Leonel Fernández
(“Observatorio Global”) Con sus desatinadas declaraciones sobre los mexicanos, primero, y luego sobre los hispanos, en general, el magnate inmobiliario Donald Trump, que aspira a la nominación presidencial por el Partido Republicano, perdió de vista que sin el apoyo del voto hispano ningún candidato en el siglo XXI llegaría a la Casa Blanca.
Eso se determina, en primer lugar, por factores demográficos. Según un informe del Pew Research Center, en el 2013 había 54 millones de personas de origen hispano en los Estados Unidos. Eso comprende el 17.1 por ciento del total de la población norteamericana, que es de casi 319 millones de habitantes.
Hace más de medio siglo, en el 1960, la población hispana apenas alcanzaba 6.3 millones de personas, para un promedio de 3.5 por ciento. Una década después, en el 1970, constituía el 4.7 por ciento de la población estadounidense. Para esa época, la población hispana estaba integrada, fundamentalmente, por puertorriqueños en Nueva York y Chicago; cubanos en Miami; y mexicanos en Texas y California.
Para el año 2000, la población latina creció hasta situarse en un 12 por ciento. Para el 2010 alcanzaba la cifra de 16.3 por ciento, para un incremento de un 33 por ciento en tan sólo una década.
Pero, en realidad, fue durante el ciclo de 1960 hasta el 2013, considerado como la tercera ola migratoria en la historia de los Estados Unidos, que la población hispana en ese país se incrementó más de nueve veces. Pasó, como hemos dicho, de 6.3 millones a 54 millones de habitantes, o de 3.5 por ciento a 17.1 del total de la población norteamericana.
Ese crecimiento poblacional convirtió a los latinos en la mayor minoría étnica racial de los Estados Unidos. Esto así, por encima de la comunidad afroamericana, cuya población es de 45.7 millones de personas, el 14.3 por ciento de la población.
Naturalmente, al tener la población hispana un crecimiento tan sostenido en el tiempo, ya no se trataba tan sólo de mexicanos, puertorriqueños y cubanos, sino que ahora se le agregaban salvadoreños, dominicanos, guatemaltecos, hondureños y colombianos, ubicados en distintas áreas geográficas del territorio norteamericano.
Se considera que para el 2025, el 25 por ciento de la población norteamericana será hispana. Eso equivale a decir, que de cada cuatro estadunidenses, uno será de origen latino. Más aún, se proyecta que para el 2025 habrá 130 millones de latinos en los Estados Unidos, lo que sin duda alguna les convertirá en una fuerza decisiva, en la política, la economía y la cultura.
CRISOL DE RAZAS O DIVERSIDAD CULTURAL
Frente a los cambios estructurales y a los desafíos de carácter sociocultural que ha representado para la patria de George Washington el flujo migratorio hispano de los últimos 50 años, la voz de Donald Trump no ha sido la única que se ha levantado en forma adversa.
Con varios años de anterioridad, en el mundo académico, se hizo sentir el peso intelectual de una figura como la de Samuel P. Huntington, profesor de Harvard en Ciencias Políticas, quien en su libro Who Are We? (¿Quiénes somos?), abordó lo relativo a los desafíos a la identidad nacional de los Estados Unidos.
El reputado cientista político, también conocido por su texto escrito luego del fin de la Guerra Fría, Choque de Civilizaciones, partía de la idea de que la identidad nacional estadounidense se construye en torno a su condición de blancos, anglos, sajones y protestantes (WASP, por sus siglas en inglés) de la mayoría de la población de ese país.
Conforme a su criterio, todas las olas migratorias que se suscitaron en los Estados Unidos culminaron con una integración de la población migrante a la norteamericana. A eso se le denominó “crisol de razas”, o melting pot, en virtud de lo cual, se producía una tendencia hacia la asimilación de los valores de la cultura estadounidense.
Para Samuel Huntington, el problema surge a partir, como hemos dicho, del flujo migratorio hispano de los años 60. Por vez primera, según su criterio, la población inmigrante no se integra a la cultura norteamericana, dando lugar a un fenómeno nunca visto de diversidad cultural o de multiculturalismo.
Para el destacado analista político norteamericano, todo eso pone en peligro la identidad nacional norteamericana. Al incrementarse la población latina con su tradición hispana, su lengua española y su religión católica, tienden a erosionarse los principios fundamentales que dieron origen a la gran nación del Norte.
Para Pat Buchanan, destacado periodista y político conservador, el problema es más grave aún. De lo que se trata es de la más grande invasión ocurrida en la historia, en el más breve periodo. Lo que se procura es una reconquista territorial, de lo que previamente había sido ocupado por Estados Unidos a través de conflictos bélicos.
De conformidad con su punto de vista, la presencia masiva de mexicanos en California, Texas y Nuevo México, obedece a una presunta lógica de pretender recuperar por la vía de la migración, legal e ilegal, lo que una vez les había pertenecido y les fue arrebatado mediante el uso de la fuerza.
Esa migración, fundamentalmente mexicana, según Buchanan, no ha hecho más que incrementar el número de homicidios, de robos, de asaltos, de violencia y tráfico de drogas. Pero además, ha introducido enfermedades, más bien típicas del Tercer Mundo, que se entendían desaparecidas de los Estados Unidos, como malaria, tuberculosis, polio, hepatitis y dengue.
En fin, con la invasión migratoria de los hispanos, lo que tanto Huntington como Buchanan ponen de manifiesto, es la irresponsabilidad de la élite gobernante estadounidense por haber permitido el declive del sistema de asimilación cultural y haber estimulado la diversidad cultural o multiculturalismo.
EL PODER HISPANO
A diferencia de lo sustentado en ciertos círculos académicos y de la comunicación en los Estados Unidos, lo cierto es que la presencia hispana en ese gran país, lo que ha hecho, más bien, ha sido contribuir a crear riqueza, promover el progreso, estimular el desarrollo y crear un clima de prosperidad y bienestar.
El poder de compra de la población hispana en los Estados Unidos es de un trillón, 500 mil millones de dólares al año. Eso significa que sería, en términos de producto interno bruto, la tercera economía de América Latina, luego de Brasil y México.
Pero, además, la comunidad hispana tiene bajo su dirección más de un millón, 600 mil medianos y pequeños negocios, que generan centenares de miles de empleos y contribuyen al crecimiento y dinamización de la economía estadounidense.
En términos educativos, el progreso ha sido notable. Más del 60 por ciento de la población hispana domina el idioma inglés; más del 62 por ciento ha culminado los estudios de bachillerato y un 14 por ciento los de nivel universitario.
Hay destacadas figuras en el mundo de la música, como Gloria Estefan, Ricky Martin, Marc Anthony y Carlos Santana; en el campo del deporte, como Alex Rodríguez, David Ortiz y Albert Pujols; en el ámbito del cine, como Andy García, Benicio del Toro, Salma Hayek y Zoe Saldaña; y en la literatura, como Julia Álvarez, Junot Díaz y Oscar Hijuelos.
En lo referente a la política, hay en la actualidad cinco mil funcionarios electos de origen hispano en los Estados Unidos. Para agruparlos, se crearon el Caucus Congresional Hispano y la Conferencia Congresional de Hispanos, por parte de los partidos Demócrata y Republicano.
Entre esos funcionarios hay concejales y legisladores estatales, pero también miembros de la Cámara de Representantes y del Senado, a nivel federal. De igual manera, varios ocupan la función de gobernadores, y otros han sido designados por el Poder Ejecutivo para ocupar funciones en el gabinete, como fueron los casos de Carlos Gutiérrez, como Secretario de Comercio; Federico Peña, Secretario de Energía; y Henry Cisneros, como Secretario de Viviendas y Desarrollo Urbano.
En el año 2009, Sonia Sotomayor fue aprobada por el Senado norteamericano para ser la primera juez de origen hispano en la Suprema Corte de los Estados Unidos.
Para las próximas elecciones presidenciales del 2016, 29 millones de latinos, lo que representa el 14 por ciento del total de votantes, podrán acudir a las urnas a ejercer el derecho al sufragio. Al igual que en el pasado certamen del 2012, en el que el 75% votó en favor de Barack Obama, su preferencia también será determinante en la escogencia del próximo inquilino de la Casa Blanca.
Eso es para que lo sepa Donald Trump.
@LeonelFernandez